Una de cal y otra de arena

cuco

A veces las sentencias judiciales ayudan a frenar las ansias especulativas y protegen el territorio de agresiones urbanísticas innecesarias. Pero en otras ocasiones hacen justamente lo opuesto. Por increíble que parezca, en Piélagos, el municipio donde el TSJC paralizó las obras de el «Alto del Cuco» (la famosa «dentellada al monte» que reseñábamos hace un tiempo), un juzgado ha autorizado la construcción de otras dos urbanizaciones que habían sido denegadas por el ayuntamiento en ese mismo monte.

Leemos más sobre el tema en Urbanismo Patas Arriba (noticia del El Diario Montañés del 27-08-09):

La demanda que Gregorio César Zazo Vázquez ha presentado en nombre de la Junta de Compensación contra el Ayuntamiento por haber denegado éste sendos proyectos de compensación y urbanización, ha obtenido una respuesta del juzgado, que ahora obliga al Consistorio a aceptar el primero con el fin de urbanizar, en un futuro, la otra falda del monte.

Para el alcalde, Jesús Ángel Pacheco, «El Cuco, es un chiste al lado de esto». El regidor municipal indicó ayer que hace aproximadamente un año el Consistorio denegó los dos proyectos previos a la urbanización de los terrenos amparándose en los «informes negativos» que emitió el Gobierno de Cantabria a través de las consejerías de Ganadería y Carreteras siguiendo las directrices que marca la ley en el Plan de Ordenación de Recursos Naturales (PORN).

Aquella negativa dio lugar a que la Junta de Compensación, formada por los propietarios de los terrenos que integran La Picota, acudiera a los tribunales acompañándose del Plan General de Ordenación Urbana del año 1986, en el que el suelo se registra como urbanizable.

Para el alcalde, «el ‘muerto’ se lo quieren pasar a Pacheco de nuevo» porque «desde la corporación compartimos la idea de que no se puede construir y, además, denegamos los proyectos en base a una orden» que ahora el Juzgado neutraliza basándose precisamente en la condición de urbanizable de ese suelo para obligar al Ayuntamiento a permitir tramitar el primero de los proyectos.

Así las cosas, por el Monte Picota asoma, además de un nuevo conflicto de índole urbanística, una paradoja, cual es que mientras en una ladera existe un mandato que fuerza la paralización de las obras de construcción de viviendas, en la otra existe otro que obliga a aceptar un proyecto de compensación que, de momento, se esboza como el primer paso a la futura edificación de un total de 196 viviendas.

Los cambios culturales son lentos y requieren que una minoría haga fuerza para conseguir un cambio de valores en la mayoría social. La legislación -y las sentencias judiciales- al fin y al cabo reflejan los valores de la sociedad que la produce. Este caso ilustra perfectamente el momento de transición en el que nos encontramos, entre la apuesta por la defensa del territorio y el lastre que para nuestra economía y nuestra sociedad supone el enorme peso de la construcción.






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