Valdeluz. Una ciudad para estrenar (1)
Ya hemos puesto el cuentakilómetros en marcha. Hace unos días salimos para Valdeluz a conocer el lugar en persona y verlo con nuestros ojos. Nos animaron a comenzar por ahí las crónicas que otros viajeros habían hecho de sus andanzas, cartas de los vecinos sobre la recogida de basuras, así como el artículo de Le Monde (que ya no está online) que Mikiroy traía a colación.
Valdeluz es un desarrollo urbanístico de 9.500 viviendas al calor de una estación del AVE, a 8 kilómetros por carretera desde el centro de Guadalajara.
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Con la cantidad de links que amplían la información hasta este párrafo os da para pasar toda la mañana leyendo y viendo fotos. Resumiremos la historia de Valdeluz en un pequeño relato para que no os canséis a la par que os entretengáis.
Había vez una nueva línea de tren veloz que iba de Madrid a Barcelona. Como pasaba cerca de Guadalajara se construyó una estación a unos kilómetros de esa ciudad. Como nadie vivía en ese paraje se construyó una ciudad para darle uso. La ciudad se iba a llamar Valdeluz. Puede que fuera al revés, que primero pensaran construir la ciudad y para ello pusieron la estación, ya nadie lo recuerda.
Se recalificaron las tierras para poder construir allí y para gran gusto de sus propietarios. Se mandó hacer un proyecto y se pusieron aceras, farolas, parques, algún lago y un campo de golf. Se construyeron casas y se inauguró la ciudad. Llegaron unos pocos habitantes y como no estaba todo preparado se enfadaron un poco. Todavía no tenían ni colegio, ni farmacia, ni centro comercial. La estación de tren les quedaba lejos, incluso tenían que coger el coche para llegar hasta ella. Los trenes eran pocos, caros y no les ponían lanzaderas. Los vecinos de Guadalajara no iban tampoco a la nueva estación ya que les quedaba lejos y sólo tenían un autobús. Después vinieron malos tiempos, lo llamaron Crisis y el resto de las obras en marcha se pararon. El centro comercial no se acabó. El bar y el supermercado siguieron en barracones. Mientras, al otro lado de la vía del tren, seguían poniendo nuevas calles y aceras. Los habitantes seguían siendo pocos para la gran ciudad que había planeada y pedían mejoras en la comunicación y servicios. El colegio ya funcionaba, tenían bancos donde sacar dinero y había planeadas una residencia de mayores, una iglesia y muchas cosas más. Había también muchos pisos en venta y la mayoría de las casas estaban vacías, y eso que faltaba por construir todavía la mayoría de las que había planificadas.
Colorín colorado este cuento no ha acabado.
El viaje
Pensamos que la mejor manera de acceder al lugar era usar lo que había propiciado la construcción de esa nueva ciudad. Fuimos TOMOTO y un servidor en AVE hasta Guadalajara-Yebes, que así se llama la estación tomando el nombre del municipio cercano. Llegamos a las 8.05h, tras 25 minutos de viaje desde Madrid-Atocha, una hora perfecta para ver el amanecer, tener buena luz y andar muerto de sueño. Según bajamos, el frío manchego nos despertó y pudimos verlo todo con clarividente mirada.
La estación estaba vacía. El bus-furgoneta ‘Guadalbus’ se fue con un pasajero, se le puede ver sentado en la imagen. Con el frío que hacía no nos dio tiempo a contar cuanta gente se subía o bajaba del tren, pero el aspecto de parking era el de arriba.
Para llegar hasta la ciudad hace falta caminar un rato por la carretera, por el momento no parece estar pensado que a la estación se llegue andando. Si miráis el plano, la estación es lo que hemos marcado con un círculo rojo. No he encontrado por ningún lado información de por qué está situada tan lejos de lo que sería el centro geográfico de la ciudad. Al otro lado de la vía, pegado a la estación, está el campo de golf -esa zona en blanco con puntitos verdes-, pero el acceso no lo encontramos por ningún lado. En el plano que ofrece Reyal, la constructora-promotora de la ciudad, puedes navegar en flash por la ciudad mientras una entrañable pareja te cuenta que «una de las principales razones por las hemos decidido vivir en Ciudad Valdeluz es porque todo está a un paso, sin necesidad de recorrer grandes distancias. Es vivir en el campo pero con las ventajas de una ciudad».
Un cartel nos recibe e invita a estrenar la ciudad. Estamos preparados para todo y mucho más.
Todo esto me recuerda a la biblia… la cita que usamos cuando hicimos la primera parte de este proyecto «Y vi la Ciudad Santa, la nueva Jerusalén, que bajaba del cielo, de junto a Dios, engalanada como una novia ataviada para su esposo.» (Apocalipsis 21, 3). Con el vestido blanco nuevo listo para ser estrenado. Allá vamos.
El sol recién amanecido nos hacía un fatídico contraluz, así que probablemente tengamos que volver en otra ocasión. No por ello nos desanimamos y bajamos el puente sobre las vías el AVE para conocer a fondo esta ciudad. Dimos una vuelta por todas las zonas sin construir, las que sólo estaban urbanizadas. El aspecto era algo como esto:
Una imagen que por lo que parece se va a repetir mucho en nuestros viajes. Descampados de auténtico campo, campo cercado por calles. Algunas de las parcelas están en venta con su cartel correspondiente. La zona cuenta con juegos para niños y papeleras, que a falta de basura, guardan agua de lluvia en sus bolsas. Un poco más allá está el lago y algún árbol anterior a la urbanización. Unas franjas de parque que incluyen zonas de juego y ajardinadas hacen la futura transición entre unos barrios y otros.
Lo que aquí os mostramos es un monumento con forma de rosa de los vientos que indica también la dirección de los pueblos de la zona. Por un deje personal, no puedo dejar de señalar los bajorelieves en piedra realizados en Comic sans, esa tipografía que tantos odian y que está presente en todos los sitios.
Esta primera fase acaba en una valla y un poco más allás unas barricadas que impiden el paso a los coches a la zona que está urbanizada pero sin ninguna construcción. Es la que ofrece el aspecto más sobrecogedor. Calles con asfalto impoluto, árboles, papeleras y farolas. Todo a la espera de que lleguen las viviendas.
Al final de todo esto hay una zona de acopio y escombros. Allí es donde tenemos el primer encuentro con los vigilantes de la zona. En este caso son los vigilantes de la zona de obras. No nos ponen nigún problema y tras una breve charla de TOMOTO podemos seguir subidos a los palets haciendo fotos.
Un poco más lejós llegamos a la zona de escombros: unas montañitas bastante pequeñas en relación a todo lo que se ha construido. Desde su cima podemos ver cómo las viviendas aparecen tras la zona que aún no ha iniciado su construcción. Según el plano que nosotos llevábamos impreso de googlemaps y la información de reyal allí acababa la urbanización. Pero al darnos la vuelta, mirando hacia el sureste, encontramos toda otra urbanización con la que no habíamos contado, como en la canción del montañero. Con el sol de frente podíamos ver las nuevas calles brillantes por el sol, los juegos de niños sin desembalar. No alcanzábamos a ver el final.
Como ya no podíamos avanzar más en esa dirección decidimos volver a visitar la parte en la que ya vive gente. Por el camino nos encontramos con esto:
Es la segunda en el ranking porque la primera más corta del mundo está en la misma ciudad. No se trata de hacer leña del árbol caído: para poder obetener las licencias de construcción, hay que urbanizar previamente. Esto implica hacer las calles: colocar farolas y aceras y pavimentar. Por ello vemos este singular y entrañable carril bici con ese rojo tan intenso ¿no parece realmente un decorado?
Mucho más en el próximo capítulo: Valdeluz. Una ciudad para estrenar (2).